Hablar a los discípulos es algo distinto. Hablar a los discípulos significa que el otro es receptivo —no solo receptivo, sino inmensamente bien recibido. Eres bienvenido, la otra parte quiere que entres, quiere ser el anfitrión de todo lo que digas. Las puertas están abiertas, las ventanas están abiertas para que te conviertas en brisa, en la luz del sol y entres en sus seres. No tienen miedo, no están a la defensiva, no cuestionan; están listos para acompañarte de todo corazón a cualquier dimensión desconocida.
Hablar a los discípulos no es un tipo de discusión o de debate —es un diálogo. Es mucho más un diálogo como aquel entre dos amantes. El discípulo ama al Maestro, el Maestro ama al discípulo. Un profundo amor fluye entre ellos. El amor es el puente, y así se pueden explicar grandes verdades, transmitir, casi materializar.
Osho

Amado Maestro

Amado Maestro

sábado, 25 de febrero de 2012

Osho: Si estás desorientado no te preocupes por los demás,...

Si estás desorientado no te preocupes por los demás, pues solamente crearás problemas, tu enfermedad se hará contagiosa. No aconsejes a nadie, y si tienes algo de claridad mental, no recibas consejo de alguien que está desorientado, permanece alerta, porque aquel que está confuso siempre imparte consejos. Y te lo dará sin que pagues a cambio, te lo dará generosamente.
Permanece alerta. De la confusión solo nace la confusión...
Osho- El Bote Vacío

jueves, 23 de febrero de 2012

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Osho: El que gobierna hombres vive en la confusión;...




El que gobierna hombres vive en la confusión;
el que es regido por hombres vive apesadumbrado.



El que gobierna hombres, vive en la confusión.

¿Por qué? El deseo de gobernar proviene del ego; el deseo de poseer, de ser poderoso, el deseo de dominar, proviene del ego. Cuanto mayor es el reino que puedes controlar, mayor es el ego que alcanzas. Con tus posesiones tu alguien interior se vuelve más y más grande. A veces el bote se vuelve muy pequeño tan só­lo porque el ego es tan grande...
Esto es lo que les sucede a los políticos, a la gente obsesiona­da con la riqueza, el prestigio, el poder. Sus egos alcanzan tal ta­maño que sus botes no pueden contenerlos. A cada momento es­tán a punto de ahogarse, en el límite, asustados, muertos de mie­do. Y cuanto más asustado esté uno más posesivo se vuelve, porque cree que a través de los bienes se alcanza algún tipo de segu­ridad. Cuanto más asustado estés, más creerás que si tu imperio fuese un poco mayor estarás más seguro.

El que gobierna hombres vive en la confusión....

Realmente, el deseo de gobernar nace de tu confusión, el de­seo de ser líder de hombres proviene de tu desorden. Cuando em­piezas a dirigir a otros te olvidas de tu propio caos; es una clase de escape, de truco. Estás enfermo, pero si alguien está también en­fermo y te interesas en curarlo, te olvidas de tu propia enfermedad.
Oí una vez que G.B. Shaw telefoneó a su médico y le dijo: "Me encuentro muy mal y creo que voy a tener un ataque de co­razón. Venga inmediatamente".
El doctor acudió a toda prisa. Tuvo que subir corriendo las escaleras y sudaba copiosamente. Entró sin decir nada, se desplo­mó en una silla y cerró sus ojos. Bernard Shaw saltó de su cama y le preguntó: "¿Qué ocurre?".
El médico le contestó: "No diga nada. Creo que me voy a mo­rir. Es un infarto”.
Bernard Shaw empezó a ayudarle; le trajo una taza de té, una aspirina e hizo lo que pudo. A la media hora el doctor se había re­cuperado. Entonces le espetó: "Debo de irme. Págueme mis ho­norarios".
George Bernard Shaw le dijo, "¡Es realmente increíble¡ ¡Es usted quién debería de pagarme! He estado cuidando de usted por más de media hora y ni me ha preguntado que cómo estoy yo".
Pero el galeno le dijo, "Yo le he curado. Este ha sido el trata­miento y usted tiene que abonarme mis honorarios".
Cuando uno se interesa en la enfermedad de alguien, olvida la suya propia, de aquí que haya tantos gurús, tantos líderes, tantos maestros. Esto te proporciona una ocupación. Si estás pendiente de los demás, si eres un servidor de los demás, un trabajador so­cial, ayudando al prójimo, te olvidarás de tu propia confusión, tu propio torbellino interior, y todo porque estás tan atareado.
Los psiquiatras nunca enloquecen, no porque sean inmunes a ello, sino porque están tan pendientes de la locura del otro, cu­rándolo, ayudando, que olvidan totalmente que ellos están tam­bién idos.
He conocido a muchos trabajadores sociales, líderes, políti­cos, gurús, que se mantienen cuerdos únicamente porque están preocupados por los demás.
Pero si diriges a los demás, los dominas, debido a tu propia confusión crearás el caos en sus vidas. Puede que sea un buen tra­tamiento para ti mismo, puede que te sirva de escape, pero es es­parcir la enfermedad.

El que gobierna hombres, vive en la confusión...

Y no sólo es que viva en la confusión, sino que también la con­tagia a los demás. De la confusión nace únicamente la confusión.
Por esto, si te hallas confuso, por favor recuerda, no ayudes a nadie, porque tu ayuda será venenosa. Si estás desorientado no te preocupes por los demás, pues solamente crearás problemas, tu enfermedad se hará contagiosa. No aconsejes a nadie, y si tienes algo de claridad mental, no recibas consejo de alguien que está desorientado, permanece alerta, porque aquel que está confuso siempre imparte consejos. Y te lo dará sin que pagues a cambio, te lo dará generosamente.
Permanece alerta. De la confusión solo nace la confusión...
Osho- El Bote Vacío