Copos De Nieve Tan Bellos Como Éstos
Durante casi veinte años, Houn, un lego dedicado al estudio
del zen, vivió en el Templo de Yakusan, y adhirió a la
disciplina del maestro Igen.
Llegó un día en que decidió volver con su familia. El maestro
les pidió a diez de sus discípulos que lo acompañaran hasta
la puerta. Estaba nevando y Houn, mirando hacia arriba, dijo:
-Me encanta. En otro lugar no caen copos de nieve tan
bellos como éstos.
-¿En otro lugar? -preguntó uno de los diez discípulos-.
¿Dónde está ese otro lugar?
Y Houn le dio una bofetada en el rostro.
-¿Por qué haces eso, querido lego? -le preguntó el discípulo,
frotándose la mejilla.
-¿Cómo puedes hacerte pasar por un hombre del zen?
le dijo Houn, irritado-. Te irás al Infierno.
-¿Y tú? -gritó el discípulo-. ¿Qué hay de ti?
Houn volvió a abofetearlo.
-Tienes ojos, pero no ves -le dijo por encima de su hombro,
mientras se retiraba-. Y tienes boca, pero eres mudo.
Durante casi veinte años, Houn, un lego dedicado al estudio
del zen, vivió en el Templo de Yakusan, y adhirió a la
disciplina del maestro Igen.
Llegó un día en que decidió volver con su familia. El maestro
les pidió a diez de sus discípulos que lo acompañaran hasta
la puerta. Estaba nevando y Houn, mirando hacia arriba, dijo:
-Me encanta. En otro lugar no caen copos de nieve tan
bellos como éstos.
-¿En otro lugar? -preguntó uno de los diez discípulos-.
¿Dónde está ese otro lugar?
Y Houn le dio una bofetada en el rostro.
-¿Por qué haces eso, querido lego? -le preguntó el discípulo,
frotándose la mejilla.
-¿Cómo puedes hacerte pasar por un hombre del zen?
le dijo Houn, irritado-. Te irás al Infierno.
-¿Y tú? -gritó el discípulo-. ¿Qué hay de ti?
Houn volvió a abofetearlo.
-Tienes ojos, pero no ves -le dijo por encima de su hombro,
mientras se retiraba-. Y tienes boca, pero eres mudo.
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