Hablar a los discípulos es algo distinto. Hablar a los discípulos significa que el otro es receptivo —no solo receptivo, sino inmensamente bien recibido. Eres bienvenido, la otra parte quiere que entres, quiere ser el anfitrión de todo lo que digas. Las puertas están abiertas, las ventanas están abiertas para que te conviertas en brisa, en la luz del sol y entres en sus seres. No tienen miedo, no están a la defensiva, no cuestionan; están listos para acompañarte de todo corazón a cualquier dimensión desconocida.
Hablar a los discípulos no es un tipo de discusión o de debate —es un diálogo. Es mucho más un diálogo como aquel entre dos amantes. El discípulo ama al Maestro, el Maestro ama al discípulo. Un profundo amor fluye entre ellos. El amor es el puente, y así se pueden explicar grandes verdades, transmitir, casi materializar.
Osho

Amado Maestro

Amado Maestro

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Osho: Entrad más todavía, entrad más hondo...


Entrad más todavía, entrad más hondo… Seguid observando, seguid mirando dentro, y la mente se hundirá por completo en la nada. Ahondad más, entrad más hondo… seguid observando… la mente se ha quedado completamente en silencio.
El cuerpo queda atrás, el cuerpo está como muerto. Nos hemos apartado del cuerpo. Soltad, soltad por comp ...leto; no os guardéis nada, como si estuvieseis muertos dentro de vosotros. La mente se está quedando todavía más en silencio… el cuerpo yace lejos; nos hemos alejado del cuerpo… La mente se ha quedado en silencio total…
Mirad dentro. El yo ha desparecido por completo; sólo queda la conciencia, sólo queda el conocimiento. Todo lo demás ha desaparecido…
Respirad hondo varias veces, despacio. La mente está ahora en silencio total. Observad todas y cada una de las respiraciones, y sentiréis que la mente se queda todavía más en silencio. Vuestra respiración también parecerá distanciada de vosotros, separada de vosotros. Respirad con suavidad y despacio. Observad lo lejos que está la respiración… observad lo distanciada que está de vosotros.
Respirad hondo varias veces, despacio. Después, abrid los ojos despacio. No hace falta que os apresuréis para levantaros. Si sois incapaces de abrir los ojos, no hace falta que os deis prisa. Abrid los ojos despacio y con suavidad, y después asomaos al exterior un momento.
Nuestra meditación vespertina ha terminado.
Osho-Aquí y Ahora

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