Hablar a los discípulos es algo distinto. Hablar a los discípulos significa que el otro es receptivo —no solo receptivo, sino inmensamente bien recibido. Eres bienvenido, la otra parte quiere que entres, quiere ser el anfitrión de todo lo que digas. Las puertas están abiertas, las ventanas están abiertas para que te conviertas en brisa, en la luz del sol y entres en sus seres. No tienen miedo, no están a la defensiva, no cuestionan; están listos para acompañarte de todo corazón a cualquier dimensión desconocida.
Hablar a los discípulos no es un tipo de discusión o de debate —es un diálogo. Es mucho más un diálogo como aquel entre dos amantes. El discípulo ama al Maestro, el Maestro ama al discípulo. Un profundo amor fluye entre ellos. El amor es el puente, y así se pueden explicar grandes verdades, transmitir, casi materializar.
Osho

Amado Maestro

Amado Maestro

miércoles, 21 de octubre de 2009

Debilita al hombre todo lo que puedas si quieres dominarlo.


Si el sacerdote te quiere dominar o el político te quiere dominar, te tienen que debilitar lo máximo posible. La mejor manera de debilitarte consiste en no dar al amor total libertad. El amor es un alimento. Ahora los psicólogos han descubierto que si no se le da amor a un niño, se marchita y se debilita. Puedes darle leche, puedes darle medicinas, puedes darle todo lo demás; pero si no le das amor (abrazarle, besarle, mantenerlo cerca del calor de tu cuerpo), entonces el niño se debilitará. Hay más posibilidades de que se muera que de que sobreviva.
¿Qué ocurre? ¿Por qué? Sólo abrazarlo, besarlo, darle calor y, en cierta manera, el niño se siente alimentado, aceptado, amado, necesitado. El niño empieza a sentir que vale la pena; el niño empieza a sentir que su vida tiene algún sentido.
Osho

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